Las especias, hierbas y semillas aromáticas empleadas en la cocina, además de otras propiedades medicinales, son digestivas y carminativas, muchas en grado notable. Mejoran la asimilación de los alimentos e impiden su fermentación en el aparato digestivo, previniendo la flatulencia. La canela, el clavo de olor, la pimienta de Jamaica, la menta peperina, el orégano y el tomillo, entre las otras, son también poderosos antisépticos.
Se las ha estado usando durante miles de años, en épocas en que no se disponía de los actuales medios artificiales de refrigeración para conservar los alimentos. Eran entonces el único recurso conocido para evitar o detener la descomposición, facilitar su digestión y, por añadidura, hacer más agradables sus sabores.
Fueron tan apreciadas por todas estas virtudes, durante siglos y siglos, que el valor de algunas llegó, en ocasiones, a igualar el de su peso en oro y muchas fueron consideradas sagradas.
La historia de las especias, íntimamente asociada a la historia de la cultura y de la salud de la humanidad, nos ha llegado aureolada por leyendas de aventuras, románticas o sangrientas, en países exóticos y lejanos mares.
Los fenicios, los árabes, los venecianos y los genoveses, Marco Polo, Colón, Vasco da Gama, los españoles, los portugueses, los holandeses, los ingleses: etapas de un comercio que alcanzó cifras fabulosas, incubando ambiciones que, indirectamente, condujeron al descubrimiento de un nuevo mundo: América.
Desde hace más de medio siglo EL GATO NEGRO, CENTRO DE TODOS LOS SABORES, está también en la historia de las especias, trayéndolas de todas partes del mundo para enriquecer las mesas de las más refinados gourmets.